sábado, 3 de noviembre de 2012

Uno




Su sonrisa consigue erizarme hasta el último poro de mi piel, puedo verme reflejada en sus infinitos ojos oscuros. Mi corazón late como si acabara de correr la maratón, y me siento envuelta y protegida por su dulce voz.

Miro el reloj tras horas y horas aislada, en mi mundo. Las cuatro y media, demasiado tarde ya. Cierro la presentación de sus fotos y bloqueo el ordenador dejando que su música siga acariciando mis oídos. Miro por última vez la ropa que yace sobre cama y camino convenciéndome a mi misma de que es la perfecta. Me adentro en la ducha dejando que el agua resbale sobre mi piel, devolviéndole la temperatura que el frío le ha robado. Me envuelvo en una toalla y vuelvo a la habitación consciente de que no puedo perder un segundo más.

Me llaman Marina, tengo veinte años y vivo en Barcelona. Mi hermano Álex se marchó hace mucho tiempo a África, de misionero en proyectos de medicina, así que vivo solo con mis padres, Blanca y Álvaro. Estudio periodismo en una de las mejores universidades de la ciudad. Desde que era pequeña mi gran sueño es convertirme en una gran locutora de radio y lucho día a día por conseguirlo.

Hoy es un día muy especial. Por fin ha llegado el tan ansiado día. No he podido pegar ojo en toda la noche, y llevo toda la mañana probándome ropa para intentar estar perfecta. Esta noche asistiré, tras un año de larga y ansiada espera, a su concierto en Barcelona. Me encandila. Me emboba… y todo por culpa de Alba, mi mejor amiga.  Alba se pasaba el día entero hablándome de él, me enseñaba sus fotos, vídeos, sus canciones…

Al principio, y en parte debido a lo tremendamente pesada que se me hacía Alba, era bastante escéptica. De hecho, no quería ni oír hablar de él. Me horrorizaba todo lo que tuviera que ver con Pablo Alborán, el cantante revelación del año. Mi amiga y el mundo entero hablaban de él a todas horas, sus canciones sonaban en todas las emisoras de radio, y sus fotografías empapelaban las calles de toda la ciudad anunciando sus próximos conciertos. Era realmente agotador. Pero de pronto, todo cambió una noche.

Llegaba cansada de la facultad, cené algo rápido y me metí en la cama en busca de un poco de tranquilidad y comodidad. Encendí la televisión y le vi. Era el invitado de aquella noche en “El Hormiguero”, un conocido programa de televisión. Reconozco que lo primero que se me pasó por la cabeza fue presionar cualquier botón con tal de que aquella imagen saliera de la pantalla, pero por algún extraño motivo mi dedo no accionó ninguna clavija, y finalmente me dispuse a ver la entrevista. Y sucedió… me quedé prendada de ese hombre… y me volvía absolutamente loca.

Ha pasado un año ya de todo aquello y Pablo ha estado inmerso en la grabación de su nuevo disco “Tanto”. He tenido que esperar un año entero para verlo de nuevo en Barcelona. Viene a dar uno de sus conciertos, esta vez en el Palau de la Música. Alba y yo hemos quedado un par de horas antes porque queremos esperarle en la entrada.

Ella le conoció en persona dos años antes, justo  cuando la carrera del malagueño empezaba a despegar. Había ido a sus conciertos, a sus firmas de discos, y a la puerta de los hoteles en los que se había alojado en la ciudad. Él, tras verla a ella y a un par de “alboranistas” más que había conocido en los conciertos, les había cogido cariño, y hablaba con ellas al terminar cada evento. Así que yo esperaba verle aquella noche tras el concierto.

Acabo de arreglarme y me miro al espejo tratando de domar mi cabello ondulado, que siempre se resiste a mis peinados. Un ligero toque de maquillaje y todo lo necesario para disfrutar de la noche; la cámara de fotos, sus CDs, un bocadillo, agua, pañuelos, y otras muchas cosas que anidan en mi bolso sin sentido alguno. Me miro al espejo por enésima vez y suena el claxon del coche de mi amiga, alterándome, si es posible, un poquito más. Bajo al salón a despedirme de mis padres, y salgo de casa eufórica.

-¡Qué guapa, Marina!, me dice Alba.
-Vaya…gracias, tú también, le digo observando el precioso vestido azul que lleva.
-Vamos a recoger a Marisa y a Laura y nos vamos al hotel a ver si todavía le cogemos allí, ¿vale?  Asiento y salimos en busca de las dos alboranistas que vendrán con nosotras esta noche.

Esperamos ansiosas en la puerta de uno de los mejores hoteles de Barcelona. Es realmente inmenso. Todavía no ha salido de aquí, o eso es lo que nos ha comentado el personal de seguridad, así que esperamos verle. Las piernas se niegan a responderme, las manos me tiritan sin que pueda controlarlas, y pueden oír los latidos de mi corazón a más de cincuenta metros. ¿He dicho ya que estoy nerviosa?

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1 comentario:

  1. Mi querida Nai, la magia que desprenden estas líneas, de seguro que a todos nos ponen a flor de piel.Besos desde Colombia @Ximenacolomb

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