Tú
Su
sonrisa consigue erizarme hasta el último poro de mi piel, puedo verme
reflejada en sus infinitos ojos oscuros. Mi corazón late como si acabara de
correr la maratón, y me siento envuelta y protegida por su dulce voz.
Miro
el reloj tras horas y horas aislada, en mi mundo. Las cuatro y media, demasiado
tarde ya. Cierro la presentación de sus fotos y bloqueo el ordenador dejando
que su música siga acariciando mis oídos. Miro por última vez la ropa que yace sobre
cama y camino convenciéndome a mi misma de que es la perfecta. Me adentro en la
ducha dejando que el agua resbale sobre mi piel, devolviéndole la temperatura
que el frío le ha robado. Me envuelvo en una toalla y vuelvo a la habitación
consciente de que no puedo perder un segundo más.
Me
llaman Marina, tengo veinte años y vivo en Barcelona. Mi hermano Álex se marchó
hace mucho tiempo a África, de misionero en proyectos de medicina, así que vivo
solo con mis padres, Blanca y Álvaro. Estudio periodismo en una de las mejores
universidades de la ciudad. Desde que era pequeña mi gran sueño es convertirme
en una gran locutora de radio y lucho día a día por conseguirlo.
Hoy
es un día muy especial. Por fin ha llegado el tan ansiado día. No he podido
pegar ojo en toda la noche, y llevo toda la mañana probándome ropa para
intentar estar perfecta. Esta noche asistiré, tras un año de larga y ansiada
espera, a su concierto en Barcelona. Me encandila. Me emboba… y todo por culpa
de Alba, mi mejor amiga. Alba se pasaba
el día entero hablándome de él, me enseñaba sus fotos, vídeos, sus canciones…
Al
principio, y en parte debido a lo tremendamente pesada que se me hacía Alba,
era bastante escéptica. De hecho, no quería ni oír hablar de él. Me horrorizaba
todo lo que tuviera que ver con Pablo Alborán, el cantante revelación del año.
Mi amiga y el mundo entero hablaban de él a todas horas, sus canciones sonaban
en todas las emisoras de radio, y sus fotografías empapelaban las calles de
toda la ciudad anunciando sus próximos conciertos. Era realmente agotador. Pero
de pronto, todo cambió una noche.
Llegaba
cansada de la facultad, cené algo rápido y me metí en la cama en busca de un
poco de tranquilidad y comodidad. Encendí la televisión y le vi. Era el
invitado de aquella noche en “El Hormiguero”, un conocido programa de
televisión. Reconozco que lo primero que se me pasó por la cabeza fue presionar
cualquier botón con tal de que aquella imagen saliera de la pantalla, pero por
algún extraño motivo mi dedo no accionó ninguna clavija, y finalmente me
dispuse a ver la entrevista. Y sucedió… me quedé prendada de ese hombre… y me
volvía absolutamente loca.
Ha pasado
un año ya de todo aquello y Pablo ha estado inmerso en la grabación de su nuevo
disco “Tanto”. He tenido que esperar un año entero para verlo de nuevo en
Barcelona. Viene a dar uno de sus conciertos, esta vez en el Palau de la
Música. Alba y yo hemos quedado un par de horas antes porque queremos esperarle
en la entrada.
Ella
le conoció en persona dos años antes, justo cuando la carrera del malagueño empezaba a
despegar. Había ido a sus conciertos, a sus firmas de discos, y a la puerta de
los hoteles en los que se había alojado en la ciudad. Él, tras verla a ella y a
un par de “alboranistas” más que había conocido en los conciertos, les había
cogido cariño, y hablaba con ellas al terminar cada evento. Así que yo esperaba
verle aquella noche tras el concierto.
Acabo
de arreglarme y me miro al espejo tratando de domar mi cabello ondulado, que
siempre se resiste a mis peinados. Un ligero toque de maquillaje y todo lo
necesario para disfrutar de la noche; la cámara de fotos, sus CDs, un
bocadillo, agua, pañuelos, y otras muchas cosas que anidan en mi bolso sin
sentido alguno. Me miro al espejo por enésima vez y suena el claxon del coche
de mi amiga, alterándome, si es posible, un poquito más. Bajo al salón a
despedirme de mis padres, y salgo de casa eufórica.
-¡Qué guapa, Marina!, me
dice Alba.
-Vaya…gracias, tú también, le digo observando
el precioso vestido azul que lleva.
-Vamos a recoger a Marisa y a Laura y nos
vamos al hotel a ver si todavía le cogemos allí, ¿vale? Asiento y salimos en busca de las dos
alboranistas que vendrán con nosotras esta noche.
Esperamos
ansiosas en la puerta de uno de los mejores hoteles de Barcelona. Es realmente
inmenso. Todavía no ha salido de aquí, o eso es lo que nos ha comentado el
personal de seguridad, así que esperamos verle. Las piernas se niegan a
responderme, las manos me tiritan sin que pueda controlarlas, y pueden oír los
latidos de mi corazón a más de cincuenta metros. ¿He dicho ya que estoy
nerviosa?
Leer más...
Leer más...
Mi querida Nai, la magia que desprenden estas líneas, de seguro que a todos nos ponen a flor de piel.Besos desde Colombia @Ximenacolomb
ResponderEliminar