jueves, 16 de julio de 2015

Cinco (Bajo tu misma luna)

Vuelvo a sentir ese olor a mar que tanto he añorado…

París; la ciudad de la luz, del amor, cuna del arte… me pasaría horas y horas hablando de sus tantísimos rincones maravillosos que enamoran a todo el que pasea por sus calles. Cierro los ojos y mi mente me traslada allí al instante. Los paseos por la orilla del Sena o por los Campos Elíseos, las tardes de lectura a los pies de la Torre Eiffel, las visitas al museo del Louvre o al museo Picasso… hay tantas cosas que me fascinan de allí.

Pero todo se desvanece cuando llego aquí y veo el mar. El agua sosegada de mi Málaga querida. Y es que adoro sentarme en cualquier terraza del paseo y contemplar como las olas rompen en las rocas, como bailan con la arena  y vuelven a perderse mar adentro.

—¿Y cuándo llegarán tus cosas?— es mamá. Las dos vamos sentadas en los asientos traseros del coche, y papá conduce delante. Solo.
—Me dijeron que entre 48 y 78 horas, y ya han pasado 24, así que supongo que entre mañana y pasado tendrían que estar aquí—le digo observándola.

Hace más de un año que no vuelvo a casa. El último curso, sus pertinentes exámenes, el trabajo de final de carrera y el MIR me han tenido absorta. Juraría que ha vuelto a hacerse algún retoque en la nariz, pero no oso preguntar. Con el carácter que tiene mi madre…

—¿Has visto lo guapo que está Rodrigo?—otra vez con el temita…
—Sí, mamá.
—Ya te lo decía yo. No te preocupes que esta misma noche he organizado una pequeña fiesta de bienvenida, y le he invitado—Resoplo. Mamá y sus “pequeñas” fiestas. Papá sigue callado, pero me mira por el retrovisor compasivo.
—¿Pero no puedes dejar la fiesta para mañana? Me apetece descansar un poco… han sido unos días…
—Está todo organizado—sentencia. Qué remedio me toca.

Por fin entramos en Marbella. El coche traza las últimas calles de la urbanización, y por fin entramos al garaje. Un fuerte estruendo me sobresalta. Es mi pequeñín, el labrador que me regaló mi abuela pocos días antes de morir. Abro la puerta y se abalanza sobre mí llenándome de lametones.

—Para Bruce, ¡quieto!—balbuceo tratando de zafarme de él. Salgo del coche y acompaño a mi padre al maletero para coger mis cosas.
—¿Cómo estás, nena?—me dice rodeándome con su brazo.
—Bien, papá. Cansada de la despedida, de la mudanza, del viaje… ya sabes—me acurruca entre sus brazos. He echado tanto de menos esos abrazos… Mi padre es el único que logra hacerme sentir bien siempre.

Papá, Alberto Torres, es el director de uno de los mejores hoteles de Marbella, el Marbella Club Hotel. De pequeña me llevaba allí para pasar algo de tiempo juntos montando a caballo, uno de los pocos momentos que podía disfrutar junto a él porque siempre salía de casa antes de que me despertara, y volvía cuando ya estaba dormida.




Me ayuda a subir la maleta y aspiro el aroma de casa; una dulce fragancia de flores frescas que me devuelve a mi niñez. Mi habitación está como siempre, con mis ositos de peluche en la cama, el escritorio lleno de libros y mis zapatillas justo debajo del radiador. Adoraba sentir el calor en mis pies al levantarme en invierno.

Me acerco al escritorio y revuelvo los libros. La mayoría son del primer año de carrera. Anatomia humana, Bioestadistica y Biologia celular. Qué recuerdos…

Hoy estoy algo más cerca de alcanzar mi sueño; ser pediatra. Tras cuatro años de carrera y el examen MIR, por fin voy a empezar la especialización de pediatría. Me esperan cuatro años de residente en el hospital que me han asignado, el Hospital Internacional de Benalmádena. Desde que tengo uso de razón mi gran vocación ha sido curar a los demás. Pasaba horas y horas sanando a mis muñecas, a mis perros o a mi misma. Recuerdo que tenía un cofre de juguete con un estetoscopio y utensilios varios que me ayudaban a ponerme en la piel de un médico.

La melodía de mi móvil me devuelve a la realidad.

—¿Ya te has repuesto del encontronazo?—es Cristina.
—¿Qué hablas?
—Tía, el choque con Alborán. No me digas que ya no te acuerdas.
—¡Aahh! Pensaba que hablabas de Rodrigo…
—¿Cómo ha ido? ¿Tu madre sigue insistiendo, o qué? La cosa es que el chico no está nada mal, ¿eh?
—Pues mira, todo tuyo—bromeo. —Esta noche tienes la oportunidad.
—Lo sé… me lo ha dicho mi madre al llegar. Por eso te llamo. ¿Tengo que venir muy elegante a la fiesta?
—Pues hombre, teniendo en cuenta que la ha organizado mi madre… puedes ir preparando el vestido largo.
—Joder. Ya podría haber preparado una fiesta en la piscina. Vaya ganas de arreglarse ahora. Con lo cansada que estoy del viaje.
—Dímelo a mí… no queda más remedio.
—Y mañana hay que levantarse pronto para ir a la charla del hospital…
—Lo sé, pero ya sabes cómo es mi madre. Si no organiza algo, no se queda tranquila. En fin, te dejo que voy a ver qué me pongo esta noche..
—Vale, te veo luego.

Cuelgo y camino hasta la puerta de mi armario-vestidor. Enciendo la luz y veo la ropa que llevo años sin ponerme. No tengo ganas de deshacer las maletas, así que algo me servirá. Adoro la moda, concretamente los zapatos. Mi madre, ocupada siempre con sus reuniones del club de campo y sus tonterías, no hacía más que comprarme ropa y zapatos para tenerme contenta. Así que poco a poco fue interesándome ese mundo. Mamá, Margaret Martin, y digo mamá porque así lo dicen los papeles, y porque en definitiva estuve 9 meses en su vientre, es una de las presidentas del club de campo de Marbella. Lugar por el que nunca me veréis aparecer, más que nada porque el estatus social de la gente que acude no me interesa lo más mínimo. Por mucho que creciera entre gente de ese tipo, las nanas que me criaron, y en las que intentaba buscar el cariño que tanto me faltaba, me asentaron los pies en el suelo.

Me pruebo un vestido largo de color blanco. Creo que no me lo había puesto nunca. Me lo quito, lo dejo sobre la cama, y me tumbo a su lado tratando de descansar un poco; estoy agotada.

—¿¡Pero todavía no te has arreglado!? ¡Queda media hora para que empiecen a llegar los invitados!—los gritos de mi madre me despiertan.
—¿Qué? ¿Qué hora es mamá?—le digo adormilada.
—Son las nueve. Llevas más de cinco horas durmiendo.
—Estaba cansada. Ahora voy—le digo levantándome de la cama.
—A ver qué te pones. No vayas a bajar de cualquier forma.
—Que no mamá. No te preocupes—le digo entrando en el baño.
—Voy a llamar a tu padre, a ver si llegan los invitados, y él todavía no está aquí—refunfuña.

Giro la manecilla de la ducha para que el agua fría me despierte. Me paso un buen rato tratando de desperezarme, y salgo envuelta en una toalla. Vuelvo a la habitación y acabo de arreglarme. Me miro al espejo tratando de encajar la cerradura del collar.



—¿Puedo?—es papá asomando por la puerta.
—Claro—le digo sonriente. Se acerca a mí y me coge el collar para ponérmelo.
—Estás preciosa. Echaba de menos tenerte por aquí en las fiestas que organiza tu madre.
—Se me habían olvidado ya. En París no tenía estas cosas.—Acaba de abrocharme el collar y me giro para mirarle.
—Ven, anda. Llevas la corbata mal puesta—le digo intentando arreglarle el nudo.
—Como te he echado de menos, pequeña—me dice abrazándome.

El timbre nos sobresalta. Me separo de él y le miro.

—Será mejor que bajemos, o a mamá le va a dar algo—asiente y sonríe.

—Vamos. 

13 comentarios:

  1. Impresionante! Con Pablo o sin, con Marina o sin... todo lo haces especial! Es tu manera de escribir Nai!!! Tienes un don ��
    No dejes nunca de hacerlo ��
    Valeria

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  2. Ya has vuelto a engancharme jejejeje
    Es muy diferente a la otra pero me encanta ��������
    No tardes en seguir porfa

    Beso. M

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  3. No tienes idea del bien que me haces con tus historias
    La forma, los personajes, el entorno, la forma de explicarlo
    Es todo
    Gracias por regalarnos este blog

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  4. Sigue pronto Nai!! ����������������������������

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  5. Brillante excepcional maravilloso! Tu manera de engancharme a tus historias no es normal! Enhorabuena Naii, espero más muy pronto!

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  6. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

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  7. Mee reeeencanta esta nueva novela!
    Besotes de Arge!

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  8. No vas a seguir Desencuentro?
    Esta me gusta mucho también pero echo de menos a Marina!
    Abrazos de DF

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  9. Acabo de leer Bajo tu misma luna! Llevaba mucho tiempo sin entrar al blog y tenia ganas de volver a engancharme a tus historias otra vez! Chapó Nai siempre chapó con todo lo que escribes. A ver como nos enganchas a Alma de la misma forma que lo lograste con Marina.
    Un besin guapa!
    Lau

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  10. Y la chica de las cartas? Estoy ansiosa por saber! ����

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  11. Alma y Marina son tan distintas... pero me encantan ��
    sigue pronto porfis!

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  12. IM-PRE-SIO-NAN-TE ����������������

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  13. Acabo de leer bajo tu misma luna y me gusta mucho!
    Una historia diferente pero ya me ha atraido!
    Rouse

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